Ale para mí es una persona muy importante. Aparte de que me gustan sus clases y disfruto de sus coreografías, Ale (y Pablo) de alguna manera me ayudó a que yo me afincara en Buenos Aires y no me quisiera volver a Córdoba corriendo en mis primeros días en esta Gran Ciudad.
Recuerdo mi primera clase con Ale y me río de mi misma. Jajaja. No pegué un solo paso. Estuve la mayor parte de los 60 minutos perdida. Perdidaza, diría un cordobés. Pero el verlo sobre la tarima y ver todas las vueltas que daba, los giros, los medios tiempos que utilizaba, etc. todo eso me encantó. Y me encantó más aún de que nada de eso me saliera porque significaba para mí una nueva etapa. Era la hora de cortar las amarras con Córdoba (que sujetaban fuerte, se los aseguro) y empezar a probar nuevas experiencias.
Ale, significaba para mi un nuevo aprendizaje, un nuevo desafío. De esa clase yo salí con un solo pensamiento: yo de aquí no me voy hasta no aprenderle todos los pasos a este profe. J ¡Esa es la actitud! Jajaja. En mi primera clase solo podía defenderme con un poco de eso. Era 100% actitud, nada más.
Mis aires de grandeza, de que todas las coreos me salían bien y rápido, de que había aprendido a anticiparle los pasos a mi profesor anterior porque ya conocía sobre dónde giraban todas sus variantes y mi ego de considerarme a mí misma una “alumna avanzada” del Discovery Gym con un lugar “legalmente ganado” adelante, a la derecha y frente al espejo, quedaban atrás. De nada me servían. Aquí empezaba de cero. Volvía a ser una “Doña Rosa”, una primeriza en las clases de Step.
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domingo, 10 de febrero de 2008
¡Les presento a mi Profe! Con ustedes... ¡ALEJANDRO CALVINO!
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